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Espiritualidad

Este artículo surge a raíz de un coloquio en el que participé recientemente. El tema sobre el que me pidieron que hablara fue la espiritualidad.

La espiritualidad es una dimensión inherente en el ser humano que, en mi opinión, nos impulsa a encontrar la paz mental, la calma interior.

Somos muchas las personas que tratamos de obtener esa calma interior apoyándonos en lo exterior. Esperando, por ejemplo, que las circunstancias externas mejoren. Y es verdad que cuando nuestro entorno es estable y saludable nos resulta más fácil experimentar esa calma interior. Sin embargo, la estabilidad no es una característica inherente de la vida. Lo que hoy es estable, puede que mañana deje de serlo. Y es ahí cuando puede que empecemos a sentir emociones y sentimientos que nos generen malestar emocional y/o sufrimiento: miedo, ira, impotencia, ansiedad,…

Da la impresión que vivimos en una sociedad en la que no tiene demasiada cabida la dimensión emocional. Debido a ello, no estamos familiarizados con herramientas para el manejo de nuestras emociones, para autoregularnos. No acostumbran a enseñarnos ni durante los años de formación ni, a menudo, en el seno familiar. La vida nos pone por delante situaciones que nos pueden desbordar emocionalmente. Conocer cómo está nuestra interioridad, ¿qué siento?, ¿cómo me siento?, ¿por qué me siento así?, nos puede permitir el atendernos y el buscar la ayuda necesaria. Pero para ello, tenemos que priorizar nuestro autocuidado interior. Pararnos, escucharnos y acoger nuestro sentir.

La cotidianidad ya nos ofrece situaciones que nos invitan a ejercitar esta práctica. No es necesario esperarnos a afrontar situaciones dolorosas y complejas para empezar. De hecho, en esos momentos, probablemente, sea más difícil encontrar el tiempo, el espacio y la predisposición para atendernos. Frente a estas vivencias, es recomendable buscar ayuda psicológica profesional dejando que el profesional sea quién nos acompañe en el camino de introspección.

El trabajo personal, llevado a cabo individualmente en el día a día o en un espacio psicoterapéutico, es lo que, con el tiempo, va a permitir sentirnos más conectados con nosotros mismos. Una conexión que nos familiarizará con nuestra interioridad y con las herramientas que nos ayuden a estabilizarnos en determinados momentos de la vida. Un autocuidado interior que, probablemente, nos facilite el poder sentir esa paz mental, esa calma interior de la que hablábamos en el inicio. Podríamos decir, pues, que el trabajo personal sería un vehículo que nos podría conectar con nuestra espiritualidad, con lo que somos en esencia.

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