Gracias, ego
Durante años estuve practicando enseñanzas espirituales tratando de integrarlas en mi día a día. Interpreté que el ego era algo que tenía que eliminar, un enemigo. Esta interpretación es la que me motiva a compartir este escrito porque me ha llevado a rechazarme y a juzgarme en multitud de ocasiones. Generé una lucha interna entre el cómo quería ser “espiritualmente” y el cómo era “terrenalmente”. Una separación que alimentaba más esa lucha. Con los años pude comprender que rechazando a mi ego, me estaba rechazando a mí misma.
A mi entender, el ego está formado por pedacitos, como una colcha patchwork. Cada pedazo corresponde a una parte de nosotros, resultado de vivencias que nos han dejado impronta. Algunas partes están heridas internamente fruto de lo que llegamos a sentir al vivir determinadas situaciones.
He comprendido que no es cuestión de eliminar al ego, sino de comprenderlo/comprenderme, de aceptarlo/aceptarme. Esto es posible cuando se hace un trabajo de introspección, a menudo a través de la psicoterapia, en el que poder sanar heridas internas. Sanar es transformar. Gracias a que mi ego saca la cabeza en tantas ocasiones, puedo ser consciente de alguna parte herida en mí y así poder iniciar un camino de introspección. Es un trabajo de transparentar al ego, no de aniquilar.
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