Comprendiendo mi interioridad

Hoy me he encontrado en una situación en la que he podido ver una parte de mi que, ahora soy consciente, siempre ha estado presente en mi interior. Es una parte que hace que me ridiculice frente al otro cuando me doy cuenta de que me he equivocado. Es una tendencia a no darme valor incluso a menospreciarme en ocasiones. Lo maravilloso ha sido el poder escuchar lo que esa parte quería decirme. Le he preguntado el por qué salta de esa manera y me ha explicado que lo que trata es de protegerme frente a las críticas de los demás. Me dice que duele menos que yo misma me subestime a sentirme subestimada por el otro. Cuando he podido comprender la buena intención que tiene, he sentido la necesidad de abrazarla, interiormente, en lugar de rechazarla como en otras ocasiones. Le he dado las gracias y le he dicho que ahora no necesito esa protección. Sé que en el pasado me ayudó mucho, pero ahora dispongo de otras herramientas menos dañinas para mí que me permiten poder manejar esas situaciones.

Reflexiono y me doy cuenta de las otras muchas partes que conviven en mi: la exigente, la crítica, la insegura, la que necesita sentirse única, la mágica, la autoritaria, la controladora,… Todas mis partes viajan en mi, en un autobús de dos plantas! Depende de la situación que se me presente, determinadas partes serán las que cogerán el volante y me dirigirán de una manera o de otra. Tanto el autobús como las varias partes que van en él soy yo. Cada parte tiene una razón de ser. Están conectadas a alguna etapa de mi vida en la que fue necesario que esta parte tuviera que existir. Pero, en el autobús viaja, también, una parte de mi muy especial. Es una parte tejida de amor, de sernidad y de comprensión. Me doy cuenta que pocas veces ha cogido el volante porque ignoraba que la tenía. Cuando me dejo conducir por ella, las demás partes están calladas, tranquilas y sentadas en sus asientos. Esta parte tan especial es mi Ser. Estando en mi Ser puedo comprenderme, sin juzgar, puedo aceptarme, sin rechazar. Me invade un sentimiento de amor y de inmenso agradecimiento hacia mi que también puedo emanar a mi alrededor sin esfuerzo alguno.

Reflexión inspirada en el artículo: «El Yo Superior» del psicoterapeuta Richard Schwartz.