Amarse es un proceso, no un hecho
Para poder amarnos, necesitamos conocernos y comprendernos. Poder familiarizarnos con los rasgos que conforman nuestra personalidad. Tal vez, no nos gusten todos porque sentimos que algunos nos generan sufrimiento. Uno de ellos pudiera ser la tendencia a dañarnos emocionalmente mediante el juzgarnos, reprocharnos, culpabilizarnos, exigirnos, subestimarnos,… Sobre todo en momentos en los que nos sentimos dolidos. Probablemente, no haya nadie que pueda hacernos más daño emocional del que seamos capaces de hacernos nosotros mismos.
Amar es acoger, comprender. Comprender que, posiblemente, en la raíz de esa tendencia residan heridas emocionales generadas, tal vez, por falta de amor. Pudieran ser heridas que surgieron siendo pequeños y que tuvieran que ver con sentirnos juzgados, o no sentir ser importantes para quién deberíamos serlo,… Estas vivencias podrían haber dado lugar a esas heridas que, con los años, aprendimos a enterrar y a proteger. Tal vez, el dañarnos emocionalmente sea algo que aprendimos siendo pequeños, o puede que sea una protección para no sentirnos dolidos por los demás,… Pudiera ser que el no amarnos nos proteja de no revivir el dolor emocional que portan nuestras heridas.
Ser conscientes de ello, puede impulsarnos a iniciar un trabajo psicoterapéutico que abra paso al proceso de amarnos.
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